El miércoles pasado me enteré de un 10km que se hacía en una ciudad a 50km de Badajoz. Era el último día para hacer la inscripción…y de pedo pude hacerlo.
Patri no pudo acompañarme ya que todos los sábados hace un curso en Mérida (a 60km de Badajoz) y me fui solo.
Es una carrera importante así que invitaron a varios corredores españoles de nivel internacional. Marta Dominguez, actual Campeona Europea y Abel Antón, Bicampeón Mundial y Campeón Olímpico de Maratón. Toda una leyenda en España. Les dejo este link por si quieren saber más de él.
Largamos y a los 200 metros veo un poquito delante de mí a Antón. No quería perder la oportunidad de correr, aunque mas no sea unos kilómetros junto a un grande, apuro el paso y lo alcanzo. Después de algunos metros quedamos solos y comenzamos a charlar.
Pasamos los primeros mil un poco más fuerte del ritmo que yo había pensado, le pregunto a cuanto pensaba correr y me dijo que seguiría a ese ritmo. Miro mi pulsómetro y mi corazón venia al taco. Le digo que vengo fuerte pero que intentaría seguir con él. Si podía mantener ese ritmo haría la marca que había ido a buscar. Me dijo que OK, que lo mantendríamos así.
Seguímos charlando y por el kilómetro 5 venia realmente al taco. Mis piernas no podían empujar más y mi corazón por las nubes. Veo a Patri alentándome en la vereda y la saludo. Había podido llegar a tiempo.
En ese momento empezó mi sorpresa.
Veo que gira la cabeza para ver donde estaba yo y, al verme un poco retrasado, disminuye el ritmo y…¡me espera! No sé como explicarles la sensación de que una persona que es unos de los más grandes de la historia del Maratón me espere para ayudarme a conseguir mi marca. Me dice que estaba por llegar una subida difícil, que disminuiríamos un poco el ritmo para poder soltarnos en la bajada…¡¡¡ME ESTABA LLEVANDO!!!
Entre el kilómetro 6 y el 7 me aparecen esas malditas arcadas donde parece que voy a escupir los pulmones. Me duraron como 150 metros. Se me endurecieron hasta los brazos. Me pregunta si estaba bien. Le digo que estaba “perfecto”, que siempre me llegaban esas arcadas al final pero como ya habían pasado podría seguir sin preocuparme. Se nos une otro chico y los tres seguimos tirando juntos.
Estaba que no podía con mi cuerpo, nunca había corrido tan fuerte. 170 pulsaciones y todavía faltaban 3 kilómetros.
Le pregunto que se hace en estos casos y me responde: ”-Aguantar”. Y así lo hice.
Ya en silencio llegamos al kilómetro 9 (porque no tenía aire ni para escupir). Mi reloj me dice que bajaba la marca que había ido a buscar. 500 metros en subida para llegar a los últimos en bajada. Cambiamos de ritmo, los últimos cartuchos y llegamos. Nos saludamos, foto y autógrafo en mi dorsal.
Abel Antón había ido solo a presentar su libro. No pensaba correr pero lo hizo (no sé por qué) Se preocupó por ayudar a un lento desconocido (39min 35 segundos fue mi marca). Al pasar la línea de llegada, entre fotos y autógrafos a otros fans, seguimos charlando junto a un apretón de manos y nos despedimos.
Una linda lección de grandeza y una gran motivación para seguir sumando kilómetros en vistas a la Ultra.