Mi PT281+ 281km non stop

La salida

Por la insistencia de mi más grande y única fan voy a contar estas 49hs que me llevó completar la dura PT281+ o mejor dicho, los 281km de pura dehesa portuguesa en pleno verano, sin escalas y a pie. 

La cosa empezó cuando me inscribí. Las dudas a la hora de la inscripción son bestiales, pero siempre me dejo llevar por lo que me dicen mis tripas. Si al pensar en algo, en este caso correr esta carrera, sube un calor desde adentro hasta mi pecho en forma de alegría, es porque lo tengo que hacer, sin duda. 

Después de semanas de preparación, tragándome todo el calor que podía cosechar del verano malagueño, llegaron los últimos días. Generalmente son los 5 días anteriores los que parezco un zombie y mi cabeza solo está en la carrera. Me olvido cosas, me hablan y no escucho, y estoy de muy buen humor. Pero no me hablen de otra cosa porque no voy a retener nada. Solo hay una cosa que me importa. 

Comprado todo lo necesario empieza mi metódica manera de prepararlo. Significa que el día anterior desparramo todo arriba de la cama y lo tengo ahí durante unas 8 horas confirmando que no me olvido de nada. Siguiente día, intentamos meter las cosas en el coche pero varios packs de bebidas quedaron en tierra. Haría mucho calor así que el líquido será muy importante. 

La carrera consiste en recorrer los 281km que separan Belmonte de Proença a Nova, por el medio del campo, en el menor tiempo posible. Solo con siete controles/avituallamiento. En medio tendríamos algún pueblo para poder cargar agua en alguna fuente o comprar en algún kiosko abierto. Digamos que cada seis u ocho horas vería a mis chicas, todo el resto sería mi mochila y yo. Pero lo mejor es que no habrá ninguna señal que marque el recorrido. Nos tendríamos que guiar al 100% con nuestro gps. Una Ultra Maratón con todas las letras, digamos.

A las 14hs del jueves estábamos comiendo con los 38 ultras, de las cuales 3 eran mujeres. Tengo entendido que éramos más extranjeros que locales. Creo recordar que había un norteamericano, varios brasileros, un uruguayo, españoles, portugueses, una chica holandesa y el argentino que les escribe. 

A las 17hs nos reunimos todos en la cima del pueblo, dentro del castillo, para sacarnos las fotos pertinentes y recibir la antena gps que nos hará de control y seguridad, sabiendo en todo momento donde estaríamos. Y para ir a buscarnos si dejamos de movernos durante mucho tiempo, ja! 

A las 18hs Paulo Alexandre, director de la prueba, da la salida. Aunque diferente, muy apropiada para una ultra. Salimos desde el centro del anfiteatro del castillo teniendo que subir varios escalones y pasar por una puerta no muy ancha. Digamos que salimos sin apuros. 

Tranquilo empezamos a bajar el pueblo. Salí con el grupo de cabeza al trote buscando el camino con el gps, y a eso de unos 500m nos perdimos….ja! Después de dar algunas vueltas tuvimos que saltar una pequeña pared para volver al camino marcado. La cosa pintaba buena!! 

Una vez bajamos el pueblo, comenzamos a avanzar por un camino polvoriento sin ningún desnivel preocupante donde ya perdí de vista a los primeros mientras intentaba familiarizarme con mi gps. Si, asi es, nunca usé ninguno. Y ahí estaba, decidido a guiarme durante dos días con ese aparatito raro que solo me mostraba una línea y una flecha. 

En algún sitio entre los 15 primeros me quedé durante las primeras horas. Faltaba un montón como para preocuparme de algo tan banal. Yo iba con un reto personal importante que cumplir donde ninguno de los 37 corredores entraba. Mi cabeza estaba en otro lado. 

Mañana la seguiré porque ahora me voy a dormir… 

Mi PT281+ SEGUNDA PARTE

CAMINO A SABUGAL – 35km +914m 

Cuando leí por primera vez sobre esta carrera, faltaban unos tres meses para largar. Vi que en 2015 la había ganado el gran Joao Oliveira con un tiempo de 41 horas. Y sabiendo que este año había ganado la Milan-San Remo que es una carrera de 280km también, en poco más de 26 horas, empezaron a aparecer muchas preguntas. ¿15 horas de diferencia? La Milan-San Remo se hace 100% en ruta pero ¿para tanto? ¿Se habrá tirado a dormir? ¿Es tan dura? Viendo a un tipo que podía correr el Sparta en menos de 24hs y hacer la PT281 en más de 40, se me empezó a fruncir un poquito el culo. 

Intentando no pensar mucho, cerré la página y me olvidé. Al mes siguiente un amigo me dijo que había visto una carrera para mi; la PT281. Le dije que la había visto también pero faltaba muy poco y que tenía otros objetivos en mente. 

Durante toda esa semana me estuvo dando vueltas por la cabeza. Una de las inscripciones importante que había echado no salía, y ya en el 2015 me había quedado sin ir al Sparta, así que volví a abrir la página de la prueba y una alegría importante se me metió en el cuerpo. Cagamos! No hay vuelta atrás. Faltaban dos meses. Hablé con mi entrenador y a regañadientes me dijo que con el plan que veníamos llevando llegábamos bien, y que ya era viejo para dejar pasar cosas. Que la vida es una sola. Ja!! Fenómeno. Al decírselo a mis dos chicas les encantó la idea y que también serían mi equipo de apoyo. 

¿Dónde estábamos? Ah, si… 

Pasada la primera hora de carrera empezamos a subir un poco y es donde empecé a adelantar a algún corredor. En este tipo de pruebas, estas cosas no tienen importancia. Sabes que vas a parar muchísimas veces y que nos iremos adelantando otras tantas. Cuando corres contra otros el camino es largo y difícil. Cuando corres para vos no hay cuestas, ni dolor, ni tiempo. 

Es la primera carrera que corro sin reloj y no tenía idea de cuantos kilómetros llevaba, osea que ni pu… idea a qué ritmo iba. Pero lo que si sabía era que iba a mi propio ritmo y que me sentía genial. 

Creo que pasadas las dos horas llegué a un castillo. El Castillo de Sortelha. Muy bonito el lugar. Con sus calles medievales todo de piedra. Para mi sorpresa estaban las chicas aunque no podían darme nada, solo un beso. Combustible necesario para afrontar largas distancias. Pasé muy rápido sin poder quedarme a apreciar toda la historia que tendría. 

Antes de salir veo una canilla e inmediatamente paré a cargar agua. En poco más de dos horas me había bebido más de 2 litros, y habíamos corrido al atardecer. ¿Cómo será pasar el día entero al sol? Aproveché para sacar el frontal y prepararme para la noche. 

Había sacado que esa primera etapa la podría hacer en 5h30´, pero todos los tiempos entre avituallamientos los calculé a ojo, tirando de experiencia y sentido común, así que imaginate. 

Saliendo del castillo empezamos una bajada no muy fuerte hasta que el camino se volvió llano, lindo para rodar tranquilo en un atardecer precioso. Por un lado el sol caía naranja entre esas colinas con algunas aspas de molinos. Y por el otro, una luna llena roja que parecía estaba persiguiendo al sol. Nos anticipaba una noche muy clara. 

Cuando cae la noche todo es diferente. El paisaje se vuelve oscuro y tu mundo se resume al haz de luz que da el frontal e intentas acomodar la vista a la falta de profundidad de las imperfecciones del suelo. Sinceramente no me gusta. Soy un tipo de la mañana y parece ser que mi energía viene ligada directamente con el sol. 

No recuerdo cuanto tiempo estuve corriendo de noche hasta que veo luces de un pueblo pero no había llegado ni a las 5 horas de carrera. De a poco empiezo a entrar por un parque a un castillo. Ni siquiera me había aprendido los nombres de los lugares de avituallamientos y no sabía si estaba llegando o no. 

Eran casi las once de la noche y había gente paseando y bebiendo por ahí. Me miraban sin decir una palabra y eso asustaba. Empecé a entrar al castillo y el gps me mandaba por pasillos, escaleras, pasé por una puerta y vuelvo a salir del castillo pasando por una plaza donde había un bar y gente de pie. Sin mirar a nadie (por las dudas!) pasé de largo, pero siento mi nombre en un grito. Era Patri porque me estaba pasando el primer avituallamiento. Había llegado al Castillo de Sabugal. Había finalizado mi primera etapa. 

Mi PT281+ TERCERA PARTE

SABUGAL A PENAMACOR – 45,41km +952m 

Exactamente siete minutos después de haber llegado al avituallamiento del Castillo de Sabugal, me despedí de mis chicas con la mochila cargada con 3 litros de líquido y todo lo necesario para pasar seis horas solo por el campo de noche. 

No recuerdo muy bien toda la etapa pero lo que si me acuerdo es de la cantidad de polvo que pisé. Era como talco y me cubría la mitad de la zapatilla a veces. Sabía que pasaría factura en algún momento. 

Iba a ser una etapa llana, linda para correr cómodo y así me dispuse pero claro, no tuve en cuenta que iba a pasarla de madrugada. 

Desde la salida mi ánimo no era bueno. Estaba con una especie de bajón mental sin sentido porque llegaba con muchas ganas y con muy buena preparación a la carrera. Mirándolo desde la perspectiva del sofá, lo que tenía era miedo. Miedo a lo desconocido, tal vez a la soledad. Habría muchas cosas que no controlaba y eso me “acojonaba”. El tema del agua era primordial. Solamente nos podían dar agua en cada avituallamiento y entre tanto teníamos que buscarnos la vida. Esto no hubiera sido un gran problema si conociera el camino o si fuera invierno, pero hacer 40km a unos 36 grados de temperatura sin saber cuándo podré cargar agua…no me vas a decir que no te cagas en las patas un poquito?!! 

Otro punto era el GPS. Le había cargado el track y configurado yo, sin tener idea. Si en algún momento fallaba me tenía que quedar esperando a otro corredor y mi carrera se habría acabado. 

Mientras mi subconsciente me rompía las bolas, yo seguía avanzando no muy cómodo porque mis patas no estaban bien. Me sentía cargado, pesado y parecía que nada iba equilibrado. Estaba pasando un momento de mierda, y aunque creía que la cosa estaba mejorando, llegó el amigo sueño…y zas!…como un palazo en la cabeza. Difícil explicar pero es la misma sensación de cuando te agarra sueño conduciendo, pero la diferencia es que iba corriendo. Me costaba mantener una línea recta por esos caminos largos e infinitos. 

Y cuando ya la cosa estaba fea y mi soledad parecía infinita veo a tres personas debajo de un árbol. –“Genial…gente!!” pienso. -”Me van a ayudar a despertarme”. Mientras me acercaba me daba cuenta que no se movían. Siempre mirando al mismo sitio sin girar la cabeza para ver al corredor extraño que pasaba a las 3 de la mañana por el medio del campo. –“¿Qué les pasa a estos?”. Mientras más me acercaba más claro los veía y más quietos estaban. Pero mi sorpresa fue que cuando llegué al lado de ellos. Inmediatamente se convirtieron en el tronco del árbol, como si se hubieran fusionado. Desaparecieron. Me asusté, claro! 

Estuve discutiendo con el sueño algo así como una hora, pero en algún momento del camino se cansó y se fue. Aunque las “personas tronco” seguían acompañándome. Cada tanto alguna se dejaba ver. 

Seguía siendo de noche pero la luna alumbraba muchísimo. Corrí muchos kilómetros con el frontal apagado y realmente disfrutando de esa tranquilidad y silencio. Fue uno de los momentos mágicos de la carrera. 

Es tan increíble como ilumina la luz de la luna que podes diferenciar bien el paisaje y el sendero sin problemas, aunque cada tanto volvía a prender el frontal a regañadientes porque el camino se ponía difícil. Así estuve jugando un buen rato hasta que nos metimos en una zona con muchos árboles. 

Pasé por arriba de algunas represas y el camino que seguimos iba rodeando el pantano. Iba bajando hacia una de estas presas y del lado del frente, cruzando ya el pantano, veo unas luces de frontales muy adelante mío. Cada tanto se perdían por los árboles pero era una alegría poder seguir a compañeros aunque mas no sea con la mirada. Intenté calcular cuan adelante mío estaban y creo que saque unos 18 minutos. 

En esta parte del camino me apareció un jabalí, un montón de arañas que les brillaban los ojos a lo lejos e iban caminando por el sendero, y parecía que se sorprendían cuando las alumbraba con la luz de mi frontal. También tuve que saltar para no pisar a un escorpión y una culebra no tan chiquita que cruzaban el camino como de una acera a otra. 

Después de un rato largo de correr solo, ya empezaba a estar un poquito harto. Pasaban las cinco horas desde que salí de Sabugal y no se veía la luz de ningún pueblo, ni cerca ni lejos. Parecía que estaba solo en el país. 

Empecé a correr al lado de una ruta y pensaba para mí que ya estaría llegando al avituallamiento. Un poco más adelante aparece otro participante caminando, y fue una especie de confirmación. –“Genial” pienso, -“ voy a llegar en menos de lo calculado”. Lo paso, hacemos un cambio de palabras y veo que está todo bien así que sigo a mi trotecito ultra, pero de repente el GPS nos mete para adentro y de la nada aparece un cortafuego. What??? Con más resignación que ganas empezamos a subirlo. Creo que fueron unos dos kilómetros aunque no fue tan duro subirlo como bajarlo. Una vez abajo pude ver luces. ¿Sería Penamacor? 

El pueblo estaba en lo alto de una colina así que entré caminando y esperando que las chicas estén cerca. Después de 6 horas 10 minutos sin parar estaba hasta las bolas. 

A lo largo de una calle veo a Cati con la cámara y fue como ver un oasis en medio del desierto. Necesitaba descansar. 

Penamacor 4:40 AM y segunda etapa cumplida, pero no me estaba dejando buenas perspectivas. Necesitaba recuperar fuerzas y sobre todo necesitaba ánimo. Faltaban 200 kilómetros y mi cabeza me estaba jugando una mala pasada. 

Mi PT281+ CUARTA PARTE

PENAMACOR A PENHA GARCIA – 38,67km +944 

Sentado en el avituallamiento de Penamacor, me tomé mi tiempo para comer y recuperarme bien. Con las chicas recargo pilas y vuelvo a sentir porque estoy haciendo esto. 

Eso me lo preguntan mucho ¿por qué lo haces? O alguno va más allá y me pregunta ¿para qué lo haces? Alguna vez me llegaron a decir: -“Si no te pagan”. 

Hasta ayer mismo no tenía una palabra para resumir el por qué corro largas distancias. Hablando con Francisco Franquelo, un amigo que me dio el deporte, me lo dijo. Hacemos esto por el solo hecho de que no hace felices. Nada más. Simple, y a la vez tan complejo. 

Aceptar lo que somos nos da felicidad y nos hace vivir en equilibrio. Hubiera sido más lindo haber jugado al padel o correr Maratones, con todo el respeto que se merecen estas dos difíciles actividades, pero se ve que soy un tipo que está diseñado para moverme durante mucho tiempo. Siento que mi cuerpo funciona mejor cuando mi actividad es mucha. Así que entrenar durante muchas horas todos los días me da bienestar y mucha claridad. 

Después de estar mucho tiempo en el camino y llegar donde las chicas, me relajo unos minutos, y si la alegría está ahí entonces vamos bien. 

A la hora de salir del avituallamiento mis patas estaban muy jodidas y después del subidón de las chicas mi ánimo volvió a caer. Empecé a buscar algún pensamiento que rompa esa mala onda que llevaba. Es muy difícil encontrar un poquito de blanco en el negro. 

Tuvo que amanecer para que las buenas sensaciones aparecieran y la cabeza funcionase, pero justo en ese momento de alegría, el camino empezó a subir y bajar en modo rompepiernas. Decidí que esa etapa la iba a tomar tranquilo tipo recuperación, como una especie de vacaciones para preparar la segunda mitad. 

Algo más de una hora seguí por ese camino, hasta que empecé a subir una cuesta hacia un castillo. El castillo de Monsanto. El camino era duro pero mis piernas respondían de maravilla y mi cabeza estaba como no había estado ese fin de semana. Hablando del castillo…tenía que pegar la nuca contra el cuello para poder apreciarlo. Estaba re alto. No solo es el castillo, es toda el pueblo medieval que rodea al castillo. Pasar por en medio es muy loco. 

Pude cargar agua en una fuente justa antes de bajar por el otro lado, que por cierto, las bajadas eran terribles. Creo que todas las bajadas que tuvimos hasta ese momento tenían tanta pendiente que dolían más que las subidas. 

Empezaba a apretar el calor y yo vestido para el frío de la madrugada. Con manga larga, sin gorra ni gafas me estaba asando, pero no me importaba. Iba genial. Esta última parte hacia el puesto de vida de Penha Garcia tenía bastante desnivel, pero seguía en modo recuperación aunque nunca bajé el ritmo. Es increíble como solo un pensamiento hace que tu cuerpo reaccione distinto. Al salir de Penamacor decidí tomármelo con calma y fue como un alivio generalizado quitarme esa presión de ir constantemente hacia adelante. Pero lo gracioso es que el ritmo era muy bueno. Estaba llegando a Penha Garcia en el tiempo que había estimado. 

Esta última parte subía bastante, por un sendero tipo falso llano muy bonito rodeado de pinos hasta que agarré un camino de asfalto con paredes de piedras a su vera que andá a saber cuántos años tendría. Un privilegio correr por ahí. 

El GPS me volvió a meter por un camino entre pinares e inmediatamente veo que empezamos a subir a un pequeño pueblo que lo podría describir como muy portugués. Casas pequeñas muy juntas, con sus paredes de piedras. Iba caminando mientras subía al pueblo y en una de las curvas que me marcaba el GPS, ya dentro del pueblo, no había calle y no encontraba donde doblar hasta que veo una escalera entre las casas. Empiezo a bajar pero me doy cuenta que por ahí no era e inmediatamente siento un grito detrás de mí. Me estaban avisando que era por otra escalera que estaba a diez metros más adelante. Bajé y veo a las chicas y el avituallamiento. Sii. Un poquito más de seis horas para estos casi 40 kilómetros. 

Cuando llego me encuentro a dos corredores sentados, eran el cuarto y el quinto. Comí todo lo que tenía que comer, me cambié de ropa y me preparé para el calor que anticipaba sería mucho. Me avisan que en los próximos 39 kilómetros tendría solo un lugar para cargar agua. Uff! 

Quince minutos después de haber llegado, salí cuesta abajo hacia las próximas seis horas, que había calculado sentado en el sofá de mi casa una semana antes, hasta Idanha a Nova que sería mi próximo punto de vida. 

Mi PT281+ QUINTA PARTE  Primera pájara monumental

PENHA GARCIA A IDANHA A NOVA – 34,78km +768m 

A las 11:30AM salí de Penha Garcia, con 17 horas y 30 minutos de carrera. Ya había pasado una noche entera sin dormir y varios bajones físicos y anímicos. y todavía no había llegado a la mitad de la competencia 🙂 

Me avisaron por dos veces que esta parte sería muy caliente y con poco agua, pero te lo pueden repetir mil veces que hasta no te metes no te das cuenta. ¡Qué calor…! Era pasado el mediodía y el lugar parecía un desierto del viejo oeste. No había nada de sombra. 

Salí del puesto de vida trotando tranquilo por una carretera muy cómoda hasta que el camino me llevó a meterme en esa especie de desierto. Todo muy llano y muy seco. Calculo que alrededor de unas dos horas estuve tranquilo hasta que llegó el hombre del mazo. 

Ya casi me había bebido los tres litros de agua que llevaba y no veía ningún pueblo cerca. Me estaba preocupando hasta que, sin aviso ninguno, alguien o algo me bajó un interruptor ¿Cuál? No sé, pero me quedé sin patas y no pude correr más. Apenas podía caminar. Pero lo curioso que fue de un momento a otro. No podía mantener la cabeza en alto para mirar al frente ni siquiera ir en línea recta. Se me cerraban los ojos y no podía ver el camino. Era un cuadro más de las historias de Dean Karnazez que de mi carrera. 

Seguía avanzando tipo Frankestein en blanco y negro, pero no lo hacía por la carrera ni mucho menos, era por supervivencia. En mi ataque de caspa mental, me daba cuenta que no podía tirarme a dormir porque con los más de 36 grados que hacía sin sombra, iba a cocinarme vivo. Sabía que los primeros estaban como a cuarenta minutos adelante mío. Los chicos que estaban atrás se habían quedado muy tranquilos en el avituallamiento. No solo estaba solo, estaba solísimo. La organización nos dio una antena GPS para estar localizado constantemente, que tenía un botón de SOS. Del botón me había olvidado, solo pensaba que si me tiraba a dormir o me desmayaba tardarían en darse cuenta que no me movía. A eso le sumaba lo que tardarían en llegar hasta mi…hice cálculos y el resultado era mejor seguir avanzando. 

Mientras intentaba revivir, buscaba con la mirada a lo lejos algún detalle que me marque que estaba llegando a un pueblo, y no veía nada. Era desesperante. Había kilómetros de campo y nada más. Pero como quien ve agua en medio del desierto yo volví a ver las “personas tronco”, pero esta vez habían traído a sus primos. Eran muchísimas. En cada árbol o arbusto veía a dos o tres. Sinceramente, empecé a preocuparme enserio. Pensaba que me estaba pasando algo jodido. Hace algunos años, leí que varias noches sin dormir puede causar daños neurológico. Pero yo llevaba solo una, así que no sería eso 😛 

Estuve en ese limbo como una hora buscando la manera de revivir. Creo que lo que me recuperó fue comer un tarro de arroz con leche que llevaba, el que después de cuatro horas al sol estaba algo calentito. ¿Abrá sido la leche cortada? Ja! 

Por fin, las fuerzas volvieron y pude trotar a un ritmo decente. En poquito tiempo estaba saliendo de ese infierno de pseudo desierto que me rompió la cabeza. Ahora iba por un camino muy recto y plano hacia un punto infinito. Seguía sin ver nada. 

Creo que estuve corriendo en línea recta casi una hora hasta que apareció EL pueblo. Apenas entré, empecé a escanear en modo Superman buscando una fuente. Cuando llegué a la plaza veo una y me tiré de cabeza. Había varias familias paseando y creo que todos me miraban. Pero creo que me miraban porque intentaba llenar una botella de pastico en un chorrito ridículo. Estuve un par de minutos para llenar medio litro de agua caliente. -“No puede ser”. Vi un bar justo enfrente y fui a comprar agua fría. Sii!!! Pasé por las mesas de afuera y saludé en mi mejor portugués pero nadie me contestó. Me dio lo mismo, yo solo quería agua. Entro al bareto setentoso y me atiende un, llamado hasta ese momento “señor mayor”, que le faltaba un ojo. Vuelvo a saludar sin recibir saludo devuelto, y le pido agua grande y una Coca Cola. El hombre mayor me miró se fue sin decir palabra. Tardó un par de minutos en volver sin nada en las manos y donde perdió todo mi respeto. Se quedó parado, apoyado en una mesa mirándome sin decir nada. Pasó de ser un viejito adorable a un viejo de m…da. Yo estaba cansado, con mucha sed y calor. Y le vuelvo a hacer el pedido en mi mejor español alzando un poco la vos, usando el dedo índice para golpear el cristal de la heladera que me separaba de mi ansiada agua fría. Lo entendió y sin cruzar más palabras, me la da. Le pido un Coca Cola y para mi sorpresa, se enojó. Me dice: -“¿Qué, no te vas a llevar el agua?”. Fue surrealista. Para remarcar toda la escena, me cobró lo mismo que si la hubiera comprado en la calle Larios de Málaga. 

Llené la mochila mientras me tomaba la Coca Cola que sabia a gloria, y salí del pueblo esperando llegar a Idanha a Nova enseguida. No sé cuanto tiempo tardé en empezar a correr por una ruta que picaba un poquito para abajo. Iba muy cómodo en esa ruta tan recta. 

Seguí trotando a mi ritmo ultra durante muucho tiempo sin ver a nadie. Cada tanto me daba vuelta para ver si alguien me estaba alcanzando o fijaba la mirada en el horizonte delante de mí para intentar ver a alguien, y nada. La ruta seguía y seguía. Aparece una especie de solar que el track nos hacia pasar justo por el medio. Mi deducción fue que sería un predio ferial porque algo estaban armando. Pasado eso el camino empezó a meterse en algo de civilización. Empezaron a aparecer coches y un pueblo a mi derecha. 

Habían pasado casi seis horas desde que dejé a las chicas en Penha Garcia, y por fin estaba llegando a un nuevo descanso. 

Subo al pueblo caminando, que por cierto estaba re alto, con ganas de contarle todo lo que me había pasado pero sabía que no habría tiempo. De todas maneras me quería tomar con tranquilidad ese avituallamiento para intentar recuperarme lo mejor posible. 

Llegando a la plaza veo a Patricia Scalise y a Catalina Kierdelewiczgrabándome a lo lejos. Que lindas que son! Entré al cuartel de bomberos donde era el puesto de vida, y estaban los tres chicos que venían primero. Con lo jodido que había sido la etapa, alcanzarlos era lo que menos me esperaba. 

Me tomé todo con calma pero siguiendo nuestro plan de carrera. Me tuve que reventar un par de ampollas en ambos dedos anulares aunque nada preocupante. 

En cuanto estuve listo salí tranquilo y repuesto para encarar el segundo atardecer y la segunda noche…solo, otra vez! 

Lo mejor estaba por llegar. 

Mi PT281+ SEXTA PARTE Cuando tu cabeza te puede

IDANHA A NOVA A LENTISCAIS 42,73km +492m 

La preparación mental, en mi caso, es tan importante como la preparación física cuando enfrento retos de esta magnitud. Necesito ir con un planning bien estructurado de carrera, nutrición y coco. Creo que es imposible para cualquier mente soportar la idea de correr 281 kilómetros del tirón. 

En este caso dividí la carrera en tres grandes etapas: 

A. Pasar la primera noche 

B. Pasar el primer día 

C. Pasar la segunda noche 

Más siete etapas pequeñas que serían cada avituallamiento. Generalmente llegaba a las 17:30hs, el siguiente a las 23:30hs en el cual me preparaba para la noche y el siguiente a las 5:30 de la mañana. 

Con esto y una mochila tomé la salida hacía ya 23 horas con 30 minutos o lo que es mejor, 152km +3578m de desnivel de solitarios caminos polvorientos. 

A las 17:42hs salí rumbo a Lentiscais. Sería una Maratón con poco desnivel y eso me ponía contento. Me gusta correr más que caminar y esta etapa prometía. 

Bajé del pueblo al trote y así seguí durante muchas horas. Primero por una ruta plana y después por un camino rural rodeado de sembrados. Mis sensaciones eran geniales pero los pies empezaron a molestarme. Tuve que parar a ponerme un par de Compeed sobre los que ya me había puesto porque las ampollas se habían agrandado y no me dejaban correr. Hacía más de una hora que había dejado atrás el puesto de vida y esperé ver a los tres corredores que salieron detrás de mí, pero no fue así. 

Al atardecer llegué a un camino que, dentro de mi estado, parecía que iba bordeando un lago pero no veía agua. A mi derecha había una pequeña sierra y a mi izquierda, y del otro lado del supuesto lago, otra sierra igual de alta. También al frente y muy lejos otra sierra. Parecía que corría dentro de una olla. El camino era de conchilla blanca y muy plano. Daba gusto correr por ahí. Cayó la noche y seguía al trote por el mismo camino y las mismas sierras al lado. Una hora más de trote continuo seguía por el mismo camino alumbrado por mi frontal. El GPS me llevó a cruzar al otro lado dejando el lago seco a mi derecha para seguir por un camino de tierra. Las sierras seguían a mi derecha, a mi izquierda y al frente. Parecía que no había avanzado nada. 

Cinco horas después de Idanha a Nova no distinguía ningún pueblo a la distancia. Seguía trotando sin parar y por el ritmo que llevaba creía que llegaría dentro de las seis horas que había calculado para esos 42 kilómetros. 

Detrás de la sierra que veía delante distinguía las luces de un pueblo pero estaba muyyy lejos. Tardaría dos o tres horas para llegar y llevaba casi seis horas de etapa. Mi desesperación iba en aumento. 

La soledad, el cansancio, las ansias de cumplir con el objetivo y las personas tronco me llevaban a querer finalizar de una vez por todas ese camino largo y monótono. Empecé a marearme, calculo que por la luz y la fatiga, y seguía sin ver ningún pueblo. 

Llegué a una ruta iluminada que subió mi ánimo pero el track me hizo cruzarla y salir por el otro lado para seguir por el mismo camino aunque ya habían pasado las seis horas de etapa. Me estaba volviendo loco. 

En un momento, mi GPS hace que suba la sierra de mi izquierda para bajar por el otro lado. –“Fenómeno”, dije. -“Estoy llegando”. 

Mi problema era que no sabía cuántos kilómetros llevaba. No sabía si el GPS me lo podría decir, y no quería tocar nada para no cagarla, ni tampoco llevaba mi reloj activado. Iba solo con la hora. 

Cuando llegué a la cima observo que en el horizonte solo había más sierras y ninguna luz a lo lejos. En ese preciso momento se me cruzaron los cables. Iba casi siete horas desde que salí del avituallamiento y no veía nada cerca. Pensaba que estaba perdido aunque el GPS me marcaba que iba por el camino correcto. Activé el teléfono y llamé a Patri. Su voz amable me tranquilizó aunque no del todo. Me confirmó que iba muy bien pero que me quedaban como seis kilómetros todavía. Mi rabia aumentó. 

No lo podía creer. Llevaba un trote continuo constante desde que las dejé ¿e iba a meter más de siete horas para 42 kilómetros? 

Masticando bronca seguí trotando por un sendero que empezaba a subir mientras seguía viendo todo oscuro. No llegaba más! 

Por fin, veo el pueblo a lo alto y empiezo a escuchar la música de la fiesta. Nos habían anticipado que llegaríamos con la feria. Entrando ´nomás veo a Patri esperándome en la puerta. Por fin! Era la 1:05 de la mañana. 

Cuando entré me recibieron con aplausos, pero era tal mi cabreo que casi ni le di importancia. Estaba mareado, cansado y enojado como para disfrutarlo. Y acá hago un paréntesis. 

Disfrutar momentos así es por lo que vale la pena esforzarse. El cariño y el apoyo de la gente que estaba ahí, perdiéndose la fiesta, de madrugada, sin dormir por unos cuantos majaras que les gusta correr…y yo enojado porque me parecía que había corrido unos kilómetros de más. Estas son de las cosas que me enseñan para no ser tan tarado la próxima vez. Muchas veces el árbol no te deja ver el bosque. 

Necesitaba descansar y tranquilizarme. La cabeza me mató. Si hubiera sido capaz de aceptar la situación y tener la paciencia para seguir adelante sin esperar nada, habría cambiado mi historia siguiente. 

Mi PT 281+ SEPTIMA PARTE Hundido en la mierda

LENTISCAIS A V.V. RÓDAO 30,63km +433m 

Literalmente, estaba hundido en la mierda. Había llegado a Lentiscais con 31 horas de carrera y la cabeza partida en dos. No podía salir así. Necesitaba descansar y necesitaba tranquilizarme. 

Apenas entré sentí una energía genial. Tanto de mis chicas como de la gente que estaba ahí. Me preguntaban que quería, me traían cosas para comer y se acercó una chica para preguntarme si quería un masaje. Pensaba que era de la organización, y le dije que en un rato. También otra chica nos preguntó si me podía sacarnos fotos, otro hombre igual. Yo en mi flipada no entendía mucho. Era todo genial y muy buena onda. 

En cinco minutos me cambié de ropa, comí algo y me tiré a dormir 15 minutos. Cuando me desperté tenía las piernas como dos troncos que apenas me dejaban caminar. No le hice mucho caso porque necesitaba comer. Sentado con un bol de sopa de fideos, esta chica macanuda, empieza a hacerme masajes. Hablando con ella me cuenta que uno de los chicos que viene en el grupo inmediatamente atrás mío era su hermano. La otra chica que me pidió fotos era Iciar Piñeiro Naveiro, la novia de Cons Moledo, quien fuera segundo de la carrera. En ese momento no lo entendí. Tuvieron que pasar varios días para darme cuenta de lo grande de esto. No importa la competencia, importa la persona. Todos estábamos haciendo nuestro mayor esfuerzo y todos conspiraban para que lo logremos. 

Somos una manada de soñadores que buscamos constantemente recoger momentos, y nos lanzamos a la aventura confiados que nuestros corazones volverán a casa hinchados de alegrías. 

El avituallamiento de Lentiscais fue uno de los sitios donde realmente aprendí. 

Era la 1:50 de la madrugada cuando dejé el avituallamiento trotando calle abajo, pasando por el medio de la fiesta y la banda de rock que sonaba sobre el escenario, acompañado de mi querida Patricia Scalise hasta que solo me sumergí en la oscuridad de la noche. 

Mientras trotaba por un sitio que no tengo idea donde era, trataba de escanear mi cuerpo e intentar saber que hacer. Estaba bastante cansado pero con energías renovadas porque sabía que solo me quedaba terminar esta tercera gran etapa y después solo un par de etapas pequeñas más. 

Sabiendo que el segundo estaba a algo así como diez kilómetros decidí tomármelo con calma y caminar más de lo que había planeado. Quería guardar patas, aunque esa no era la realidad. 

La realidad fue que me confié, pero en otras palabras, me cagué. Quería que el dolor disminuya y quería que fuera más fácil. 

Me cagué en las patas con todas las letras. Dejé que el segundo me acortara distancia por no poner lo que hay que poner. 

Era una etapa corta y muy linda para rodar y hacerla en menos de las seis horas que había calculado pero mi actitud me llevó a regalar tiempo al principio sin pensar que podría pasar algo. Y así fue. 

Toda la noche estuve acompañado por las Personas Tronco aunque ya no me asustaban y hacía muchas horas que dejé de prestarles atención, pero ahí estaban. 

No sé que hora sería cuando empecé a sentir sueño pero me dejaba correr e intentaba mantener los pensamientos positivos que me distrajeran para evitar caer en la inconsciencia. Cuando subí a correr por una ruta fue cuando se acabó la batería. Comenzó uno de los peores momentos que pasé corriendo. Ya no podía controlar mi cuerpo. 

La ruta tenia guarda rails con los que choqué mi muslo más de una vez. Cantaba en voz alta para intentar despertarme, paraba a mear, me pegaba cachetazos y nada. En algún momento volví a correr por un camino de tierra con muchas piedras y rodeado de encinas, y empecé a creer que estaba corriendo por un camino de Badajoz donde entrenaba y seguía viendo personas en los troncos de los arboles. Era increíble. Pero lo peor llegó cuando empezó a amanecer porque ya no podía controlar el sueño. Me seguía pegando, me gritaba, me hablaba solo y se me seguían cerrando los ojos. Varias veces me desperté chocándome los matorrales del al lado del camino, y una vez justo enfrente del tronco de un árbol, que no le di con la cabeza porque alguna Persona Tronco me habrá despertado justo a tiempo. Una vez paré a mear y me dormí ahí mismo, de pie. Me desperté justo cuando el chorro se cortó. Otra vez, cuando empecé a correr por un camino rural de asfalto me puse en cuclillas, en la posición del cazador/recolector, para estirar un poco, y me desperté cuando le pasaba el dedo al suelo rugoso porque estaba soñando que usaba un iPad. 

Ya había amanecido y yo seguía en mi inconsciencia viendo en cada árbol a las Personas Tronco como aparecían y se fusionaban con la madera hasta que llegue a la puerta de un campo, o algo así, donde pasé al lado de un grupo de gente y dije en voz alta casi al grito: -“es gente de mentira”. Pero creo que eran de verdad porque, unos pasos más adelante, las escuché hablar. 

Era muy frustrante. No podía casi avanzar. Pensé en tirarme a dormir pero sabía que si lo hacía me despertaría al día siguiente. Creo que fueron diez kilómetros donde tarde más de dos horas. 

Y de repente, así como llegó el sueño, también se fue, y las energías volvieron. 

Había salido el sol y el sitio era muy plano aunque con muchas piedras, pero de todas maneras empecé a trotar. Los pies me dolían mucho, y sabía que tenía muchas ampollas pero quería recuperar un poco lo que había perdido. 

En no mucho tiempo empecé a bajar y ya veía el pueblo, y eso me dio más pilas para seguir corriendo aunque cada vez que apoyaba el pie sobre una piedra sentía que algo iba empeorando. Aún así quería más. 

Después de cruzar un puente, entré en un barrio muy bonito y en unos veinte minutos estaba en Vila Vela de Ródao. 

Es curioso como en cada etapa llegaba destrozado y con quince o veinte minutos de descanso salía renovado. Parecía como si empezara una carrera cada vez. 

Como siempre, me esperaban las chicas afuera para guiarme hasta la silla. 

A partir de acá quedaría solo un avituallamiento y pensaba que lo peor había pasado…pero me equivoqué. 

Mi PT281+ OCTAVA PARTE Se acabó la joda

V.V.DE RÓDAO A MONTES SENHORA 31,08km +1351m 

Eran las 8:20 de la mañana cuando dejé el avituallamiento de Ródao, y las horas ya se iban notando. Hacia todo lento, hablaba bajito y me costaba comprender a veces las cosas. El cerebro no tenía más ganas de procesar. 

Esta etapa sería la que más altitud tendría, por ende, iba a caminar mucho. Creía que sería tranqui y que podría bajar revoluciones pero me equivoque. 

Apenas empecé esta etapa el GPS me llevó por una ruta con bastante pendiente. Después me metió en un sendero de una especie de Parque Natural hasta que llegué a una iglesia o algo así. Realmente tengo bastante borroso esta parte. Creo que bajé y subí varias veces más por caminos y senderos. No iba nada cómodo. Los pies ya los tenia cocinados y las piedras no ayudaban mucho. 

Crucé una ruta y en poquito tomé un sendero haciendo zigzag hacia arriba con ramas por todo el medio que tenía que andar esquivando. Intentaba trotar pero empecé a sentir un dolor fuerte en el pie derecho. No podía correr y eso me preocupó, aunque en unos pocos minutos más ese sería el menor de mis problemas. Ja! 

¿Cómo describir lo que pasé durante las siguientes dos horas? Imagínense que tengo solo dos neuronas (sin chistes fáciles, por favor!) Una neurona controla el movimiento y la otra el proceso de información. Ahora imagínense que la neurona del proceso se apagó, y solo funcionaba la neurona del movimiento. 

Estuve dos horas, minuto más minuto menos, sin saber donde estaba y mirando solo la liñita del GPS intentando seguirla pero era incapaz de moverme con fluidez. Perdía el camino un montón y no sabía donde estaba. No sabía si era un juego o un paseo. Iba en modo off y no procesaba ningún tipo de información. No sentía calor, ni sed, ni hambre. Faltaba que se me caiga la baba de la boca. Si, un descerebrado. 

Si creía que lo había pasado mal las dos noches anteriores, pues esta mañana le ganó por goleada. 

Llegando a una villa me mojé la cabeza en una fuente y fue cuando me cayó la ficha para volver de entre los muertos. 

Creo que llevaba cuatro horas desde que salí de Ródao y había avanzado solo 15 kilómetros, aunque en ese momento no tenía idea. Yo estaba contento de haber vuelto del inframundo. 

Todo dolor desapareció y la energía subió a tope. Parecía otro tipo. 

Troté varias bajadas y subidas hasta que llegué a un lago. Iba muy cómodo y relajado. Apareció un pueblo muy bonito y al entrar llamé a Patri porque con las más de cinco horas que llevaba de etapa creía que estaba llegando. Mi sorpresa fue cuando me dijo que me faltaban 10 kilómetros. No lo podía creer, pero lo mejor vino cuando me dijo que el segundo lo tenía a 4 kilómetros. 

Justamente acá empezó la competencia para mí, a 245 kilómetros y casi 44 horas después de haber tomado la salida en Belmonte. 

Entré en un camino con piedras que subía y subía. Intentaba caminar lo más rápido posible tratando de mantener distancias. Pasada casi una hora vuelvo a llamar a Patri y me dice que lo tenía a 3,5 kilómetros. En este momento se me vino a la cabeza el arrugue que tuve saliendo de Lentiscais. 

A unos seis kilómetros del puesto de vida tenía dos opciones: caminar las subidas y tirarme en las bajadas para intentar mantener, o correr como un poseído hasta que las patas reventasen. Elegí la segunda opción. 

Yo sabía que no conseguiría correr los 32 kilómetros que me separaban de la meta así que necesitaba un plan. Decidí correr todo lo rápido que podía durante esos seis kilómetros para sacar algo de ventaja, parar poco en el avituallamiento y tirar como un bestia la siguiente hora. Y así lo hice. 

Fue algo revelador. Cuarenta y cinco horas de carrera con veinte minutos de sueño y venía subiendo a un ritmo increíble. Me venía alentando solo a los gritos tratando de darme fuerzas para no caminar. Los pies me dolían muchísimo y las piedras que pisaba ayudaban a purgar mis errores. 

Nunca había tenido tanta motivación para correr así. En mis carreras anteriores decaía mucho al final. Los cambios que metí para esta estaban surtiendo efecto. 

Al llegar a la cima empezaba una larga bajada por ruta que creía me llevaría al pueblo pero el camino me tenía preparada la sorpresa de volver a subir. 

Llegue al puesto de vida de Montes Senhora, y último avituallamiento, reventado pero no quería parecerlo. Tardé tres minutos en beber, comer y cargar la mochila para salir escopetado a los últimos 26 kilómetros de esta loca carrera. 

Mi PT 281+ NOVENA PARTE y FINAL de estos 281km de pura aventura

MONTES SENHORA A PRONÇA A NOVA 26km +665m 

Cuando dejé el último puesto de vida era consciente que me esperaba una etapa muy dura. Más allá de disfrutar de la tranquilidad tendría que tirar con todo lo que tenía…y un poquito más. 

Mi reluciente táctica me llevaba a seguir corriendo como “alma que se lleva el diablo” durante una hora más y después levantar un poco la pata. Esperaba aguantar ya que nunca había estado en esa situación. 

Había quedado con Patricia Scalise que me llamaría cuando Cons Moledohaya salido del avituallamiento así podría calcular y saber si relajarme o seguir a tope. 

Después de bajar un rato el camino volvió a ser de tierra y en el primer cruce me equivoqué y tuve que retroceder como doscientos metros. Iba corriendo por un sitio muy bonito, lleno de arboles, subidas y piedras que me reventaban los pies. No sé si sería el apuro pero se me complicaba seguir el track. 

Había pasado 1 hora y 15 minutos, y Patricia Scalise no me llamaba. Eso me tranquilizaba hasta que se me ocurrió mirar el teléfono y…vaya sorpresa. No tenía batería. –“¡Me cachis!”. -”¿Me habría llamado?”. Puf, que locura. Yo le daba vueltas a la cabeza pensando en quien sería el cabezón que a pesar de llevarle casi una hora de ventaja seguía intentando alcanzarme. Me quedaría unos 20 kilómetros así que el tipo tendría que correr a 4 minutos el kilómetro, y así y todo llegaría muy justito. 

Me seguí equivocando varias veces de camino hasta que llegué a una especie de laguito convertido en balneario, y ahí fue el sumun. No era capaz de encontrar el rumbo. Me llevaba a hacer una especie de U pero no lo encontraba. Estuve como diez minutos de acá para allá. 

Entre toda mi vorágine mental ya creía que me alcanzaba. Estaba perdido y con las piernas reventadas. No sería capaz de volver a conseguir el ritmo que llevaba pensaba, y me lamentaba por esa etapa donde debí seguir corriendo cuando caminé un montón, solo por no ponerle huevos. Hacía 24 horas que iba en cabeza y la iba a perder por cagón. 

Mientras en mi cabeza le daba vueltas a todo esto, yo seguía subiendo y bajando por varios caminos sin encontrar el correcto hasta que llegó un chico corriendo hacia mi, y me preguntó si no encontraba el camino, que hacía mucho que me estaba viendo de acá para allá. Ja! Me dijo que estaba siguiendo la carrera y que yo la ganaría. –“Gracias”, le dije, -”pero el segundo me está alcanzando”. Y ahí se me prendió la lamparita, y le pregunté si podía verlo por internet. Me confirmó que Constantino no había salido del puesto de vida, todavía. 

Después de darme esa alegría, también me dio el camino correcto, y ahora solo quedaba un trotecito de 20 kilómetros a meta. 

Alrededor de una hora de trote en llanos y caminatas en las subidas para llegar al último pueblo. El tema es que después de semejante calentón de patas y habiendo pasado el calor del mediodía a tope, iba bebiendo mucho. Pasé el pueblo y con el apuro de llegar no cargué la mochila de agua, y saliendo doy el último sorbo. Llevaba todavía un cuarto de litro en una botellita, que a las malas, llegaría deshidratado pero llegaría. Me meto en una casa saludando a gritos para ver si me podían dar agua pero no salió nadie, ni tampoco tenían ningún grifo a la vista, aunque de pasada le robé unos racimos de uvas un poco verdes. 

Seguí al trote tranquilo hasta que veo la camioneta del director Paulo Alexandre a quien le pedí agua que enseguida me la dio fresquita. Volvió la vida al cuerpo. 

Había activado mi reloj para ir calculando los kilómetros, y en el último vistazo antes de que se quedara sin batería, veo que faltaban 12 kilómetros y llevaba más de 3 horas para esos catorce kilómetros desde el puesto de vida de Montes Senhora. Ya estaba hasta las bolas, y quería llegar así que decidí terminar de purgar mis errores y correr todo lo que me faltase hasta la meta. 

Empecé a correr como si no hubiera salido dos días atrás. No sé porqué pero yo solo veía cuestas. Encaro la primera decidido a correrla toda prometiéndome que arriba caminaría. Cuando llegué arriba mantuve la velocidad prometiéndome que la siguiente la subiría caminando. Y cuando llegué a la siguiente me volví a engañar de la misma manera. Así fuí una tras otra, y mientras tanto, en cada pisada sentía que los pies se me partían. Sentía moverse las ampollas en los dedos y en las dos plantas de los pies. Para no claudicar ante la presión de mi cerebro, lo acallaba gritándome a pulmón durante todas las cuestas. Todo esto con la mirada incrédula de los chicos que estaban filmando, del fotógrafo y el mismo director de la carrera. Realmente había perdido la cabeza, aunque por suerte todo quedaba en familia. El ritmo fue increíble. Creo que tarde poquito más de una hora para esos 12 kilómetros. 

Faltando dos kilómetros, veo la camioneta del Paulo con Cati y su cámara de fotos. Ella tenía el trabajo de grabar y fotografiar toda mi carrera, y así lo hizo. 

Entramos a la ciudad mientras me guiaban hacia la meta. 

¿Cómo explicar una sensación? Sinceramente…el primer puesto me motivó para tirar más fuerte, pero el orgullo que sentía por haber tenido la capacidad de seguir cuando la cabeza me decía basta, no lo puedo equiparar con ganarle a otros corredores que también dieron todo. 

Mi felicidad llegó de la mano de un esfuerzo completo, de los objetivos conseguidos y del reto cumplido. 

49 horas y 56minutos tardé en completar los 281 kilómetros de puro campo portugués y sus mas de 6500m de desnivel positivo en semi autosuficiencia. Con 7 Puestos de Vida, sus 36 grados de temperatura y mis 25 minutos de sueño dividido en tres partes. 

Voy a hablar de la carrera en esta, su segunda edición. Creo que la voy a describir como una Ultra Maratón en estado puro, y me explico. Esta carrera se corrió como se corrió toda la vida largas distancias: por el campo, y donde solo había algunos pocos puntos para comer bien y descansar, y entre tanto había que encontrar el agua y el camino llevando a cuestas todo lo necesario para sobrevivir. -”Esta carrera va a sacarte el animal que llevas dentro”. 

La organización genial. Todo lo que prometió lo dio, y más. El trato y el cariño como en pocas carreras. 

Les voy a contar un detalle. En esa parte de la crónica que cuento cuando el señor que le faltaba un ojo casi me ladró al comprarle agua…bien, se puso en contacto Paulo Alexandre como director de la prueba pidiéndome disculpas por ese comportamiento, y que hablarían con ellos para que no se vuelva a repetir. No caben más palabras para decir que la tercera edición será aún mejor. 

Y para terminar, quiero agradecer!!! 

Patricia Scalise porque es mi pierna izquierda, tan necesaria para poder entrenar y vivir de mi pasión. 

Catalina Kierdelewicz por su amor durante la carrera y la garra que le puso esos dos días de fotos y videos. 

Y a las dos, por ese amor tan grande que cada día me dan, siendo el combustible para tantas horas de soledad. 

A mi entrenador Pablo Silguero, que con toda su experiencia hizo de mis piernas algo bueno. Él es la cuarta pata de este banco. 

A Paco Eltziar Contras Moz que tardó unos 25 segundos en ofrecerme su GPS para esta prueba. Me lo trajo a casa y lo vuelve a buscar. 

Iciar Piñeiro Naveiro y Cons Moledo por tan buen rollo. Gente como ustedes hace grande este deporte. 

A todos ustedes, por el cariño y apoyo que desde la distancia me enviaban en forma de mensajes y likes. 

A la organización de semejante carrera, por tener el coraje de soñarla y ponerla en marcha con tan buen hacer que seguro será una de las grandes del calendario de Ultra Fondo. 

Para acabar este pedazo de viaje, quiero decir que me es imposible contestar todos los mensajes tan bonitos que me escribieron. Parafraseando a Sigmund Freud : “Puedo defenderme de los ataques, contra los elogios estoy indefenso”. 

De todo corazón, muchas gracias!!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio